martes, 9 de octubre de 2007

Caída Libre

Acues 1 de Creciente de 721

Nuestros personajes disfrutaban de una animada noche en el Juglar Fantasmal, en la Plaza de los Aventureros. Zrom discutía algunas condiciones del arrendamiento con Saelen y Malathar, Venedicta observaba con timidez la escena acompañada de su primo, que echaba miradas a las damas de la sala con bastante más desparpajo.

La velada, que prometía ser acompañada de la excelente cerveza que Zade desde la barra despachaba y Thellit repartía por las mesas, fue interrumpida por un temblor que sacudió la ciudad entera. Al salir a la calle, vieron como una estela verde se dirigía hacia el este por el cielo... y se oyó un tremendo impacto no demasiado lejos.

Investigando la caída, nuestros héroes llegaron hasta el parque de la Melena, donde los hombres del comisario habían levantado un perímetro de seguridad alrededor de unos operarios que se llevaban unas misteriosas piedras de color verde, cada una de ellas del tamaño de una cabeza humana. Venedicta y Malathar las reconocieron inmediatamente como lo que eran... ¡Enormes fragmentos de la luna de Vallis! ¡Seguramente valgan una fortuna!

Por supuesto, el hecho de que a la desaparecida luna de Vallis y su retorno sean mencionados en profecías sobre el fin del mundo no detuvo a nuestros codicio... valientes y abnegados aventureros.

El grupo entonces salió en persecución del carromato que se llevaba las piedras, intentando descubrir a donde iba. Durante la carrera Zrom, Malathar y Kalur no pudieron mantener el ritmo y tuvieron que desistir, pero Saelen, que arrastraba a Venedicta, siguieron al carromato hasta la Ciudad Vieja, y vieron como su presa se ponía a salvo tras los muros de la Universidad Imperial.

Volvieron con el resto y regresaron a la posada, donde Trevor Priff, un bardo con cierta fama en Ptolus, desgranaba melodías desde el escenario. Zrom hizo contacto con Bastiam Rosenrott, otro bardo habitual de la taberna. Este dijo representar a unos inversores anónimos que se preocupaban por el bienestar de la ciudad, y les ofreció 500 monedas de oro por cabeza y por piedra que recuperaran. También les advirtió que era posible que el Shuul estuviera involucrado.

Dicho esto, Kalur, Malathar y Zrom se acercaron una última vez a la Universidad Imperial. Era ya tarde, y Kaldur no tuvo demasiados problemas para saltar el muro y escurrirse por una de las ventanas del piso superior. Pudo copiar un plano del segundo piso de la facultad, y al salir vio lo que vieron Zrom y Malathar desde la calle: una serie de figuras calvas enfundadas en gabanes largos de cuero y con gafas oscuras que entraban en la Universidad por una de las puertas, mientras un guardia les franqueaba el paso. A Zrom le sonaban... eran Shuul.

Con las cosas así, el grupo decidió dejar la investigación para el día siguiente y descansar ante la situación que se les avecinaba...

Los peones han hecho su apertura.

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